“A 3 MESES DE LA MUERTE DE MI HIJO, QUIERO TRANSFORMAR EL DOLOR EN FUERZA”


“Quiero transformar todo este profundo e indescriptible dolor en fuerza, en energía para poder encontrar una verdad que aún no llega y que esclarezca todo lo ocurrido”, dice hoy Mónica Quezada, madre de Matías Catrileo, tras la tragedia que le arrebató la vida al joven estudiante de agronomía de la Universidad de La Frontera, quien cerca de las seis de la mañana del 3 de enero, ingresó junto a una treintena de comuneros del sector Yeupeko, comuna de Vilcún, Novena Región, al fundo Santa Margarita, con la intención de efectuar una recuperación territorial.


Según la versión policial, el grupo atacó con disparos de escopetas a dos carabineros que los sorprendieron en plena acción, la que habría sido repelida con sus armas de servicio en un acto que el alto mando regional de la institución no dudó en definir a priori como "legítima defensa". Sin embargo, esto sería desmentido por los comuneros…


La imagen de Mónica, sentada a pocos metros de los restos de su hijo, y leyendo un comunicado en el que expresaba el dolor de su familia y el amargo sentimiento que implicaba su partida, aún conmueve. "Como gente de bien, no hemos criado a un delincuente, nos hemos esforzado tal como nuestros padres con nosotros, para que nuestros hijos acojan valores tales como la solidaridad, el respeto por las demás personas, la justicia social y la tolerancia", señaló en dicha oportunidad.


Hoy ya no alude directamente a quienes cree responsables en el crimen de su hijo, pero sí mantiene firme su confianza en que la justicia responda pronto a su llamado de “no más impunidad ni más hijos muertos” por una causa cuya legitimidad ha sido reconocida. “Me gustaría que se supiera la verdad. Verdad en todo el sentido de la palabra. Verdad en los hechos coyunturales que rodean la muerte de Matías y en los acontecimientos que afectan a las comunidades mapuches, sitiadas en una zona militarizada. Quizá con eso la gente podría atreverse a hablar de lo que ocurre y mostrarse sin temor a ser reprimidos”.


Y agrega: “Esto no se trata sólo de la muerte de Matías, para mí resulta triste ver que esta lucha histórica no es escuchada, ver que no se respeta la dignidad de los pueblos. No me cabe en el entendimiento ni menos en el corazón. También siento impotencia por este sistema en su conjunto. Porque todas las experiencias que nos ha tocado tras la muerte de mi hijo con el Estado chileno, todos los encuentros, no han terminado en nada…”.


Mónica no se aproximó a la causa mapuche sólo tras la muerte de su hijo. Sus primeros acercamientos a este mundo vienen desde la universidad, en trabajos solidarios en localidades como Lumaco y otras. Ahí se enteró de las problemáticas que la conmovieron de sobremanera. Y se fue a vivir con ellos. Un pasaje de su historia muy similar al de Patricia Troncoso, con quien aún no se ha podido reunir ahora que cuenta con salidas dominicales.


Matías sin duda que heredó de su madre ese interés. “Mi hijo fue una persona tremendamente integral. Preocupada por sus seres queridos, muy tierno, fuerte, de firmes convicciones, entregado en el amor más allá de lo que las personas están acostumbrados a hacer, más allá del círculo que te rodea. Él abrazó la causa mapuche, pero podría haber sido otra. Me gustaría que nunca se olvide que mi Matías entregó su vida por los demás”, remata.


Fuente: AGENCIA PRENSA HUMANISTA

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